Cuando perdemos peso, pasa una cosa muy curiosa: nos vemos mucho más jóvenes porque es verdad que los kilos nos envejecen y, seamos sinceros, nuestro aspecto físico siempre es la causa principal por la que nos aventuramos a adelgazar. Queremos sentirnos bien y, sobre todo, conseguir una mejor figura. Pero no somos conscientes de que más allá de la apariencia está nuestra salud, la única que puede garantizarnos una vida más fácil de disfrutar, y sobre todo, más duradera. Lo que no sabemos es que a más kilos de sobrepeso, nuestra edad metabólica es superior a nuestra edad real.
Los kilos de más no sólo perjudican nuestra imagen, sino que suponen un gran riesgo de padecer enfermedades graves que impiden disfrutar la vida. Por ello, es importante ser conscientes de la condición física en la qué nos encontramos, pues la simple vanidad no ayudará a alcanzar el objetivo
Sea cual sea la razón para querer perder peso, hay que ser conscientes de que el compromiso con nuestro cuerpo debe ser a largo plazo, día a día. El camino hacia la figura que se desea está marcado por cada paso que se da, por pequeño que sea. La fuerza de voluntad y la determinación son ingredientes fundamentales, y por eso los programas de asesoramiento profesional, que indican el camino a seguir y acompañan a la persona en el trayecto, son la verdadera ruta hacia el éxito. El primer paso es el único que se da solo: tomar la decisión de cambiar.
¿Qué es la edad metabólica?
La edad metabólica es la edad fisiológica de nuestro cuerpo, es decir, cómo funciona. Esta edad depende de los valores de grasa, de músculo y de agua de nuestro organismo, y se calcula estadísticamente. Cuando una persona tiene un peso normal para su edad, entra dentro de estas estadísticas, teniendo la edad metabólica igual a la biológica. Según nos alejamos del peso saludable, la edad metabólica y la biológica se distancian, haciendo que nuestro cuerpo funcione como el de una persona mayor a nostros y, por tanto, peor.
¿Cuál es el umbral del sobrepeso?
Conviene recordar que la obesidad se define como un exceso de grasa por encima de lo normal y, que el parámetro más utilizado, aunque no el único, para valorar este exceso es el Índice de Masa Corporal (IMC), que resulta de la relación entre la talla y el peso de una persona.
IMC= Peso / Talla2 Kg/m2
Clasificación del IMC
Insuficiencia ponderal <18.5
Intervalo normal 18.5 – 24.9
Sobrepeso ≤ 25.0
Preobesidad 25.0 – 29.9
Obesidad ≤30.0
Obesidad de clase I 30.0 – 34.9
Obesidad de clase II 35.0 – 39.9
Obesidad de clase III ≤ 40.0
¿Existe una persona obesa sano?
Desafortunadamente, la salud y el sobrepeso no son dos términos compatibles. La obesidad, en su propia definición, habla de la acumulación excesiva de grasa en el cuerpo. La obesidad y el sobrepeso son uno de los problemas más importantes a los que debe enfrentarse una persona, ya que además de ser una enfermedad en sí, acarrean consecuencias que pueden derivar en otras situaciones mucho más graves para la salud.
De hecho, el sobrepeso se ha convertido en la causa de mortalidad más importante en España, superando incluso al tabaco, y se calcula que entre los varones mayores de 40 años se reduce la esperanza de vida entre 6 y 8 años. Tampoco hay que olvidar que el sobrepeso incide en un mayor riesgo de padecer enfermedades mortales y apunta a una diferencia de entre el 20-60% en la esperanza de vida con respecto a las personas que no padecen esta condición.
Las enfermedades que acompañan a la persona obesa
Las grasas acumuladas por el organismo del obeso van formando placas en la inmensa red de arterias, venas y capilares que recorren nuestro cuerpo. Estas placas van estrechando el calibre y endureciendo la pared de las arterias, con el consiguiente riesgo de obstrucción e incluso rotura. Como consecuencia aparecen las enfermedades como la hipertensión arterial, la angina de pecho, los accidentes cerebrovasculares. Tampoco podemos obviar consecuencias en nuestro metabolismo, como la diabetes tipo II, que entre otros factores favorece la acumulación de grasas y empeora el estado del obeso.
La obesidad también provoca una alteración hormonal que incide en nuestro aspecto físico. En el caso de los hombres, por ejemplo, la producción de la testosterona disminuye y por lo tanto los rasgos tienden a hacerse más femeninos. Por el contrario, las mujeres sufren un aumento de las hormonas masculinas, lo que contribuye a darles un aire más masculino, así como alteraciones en la menstruación u otros problemas relacionados con la fertilidad. Podríamos continuar esta lista de enfermedades mencionando las consecuencias de la obesidad sobre el sistema respiratorio, los fallos en los órganos o, según estudios recientes, la relación con el desarrollo de distintos tipos de cáncer, entre otras.
¿Qué se gana al perder peso?
Una de las primeras victorias es la sensación de satisfacción personal. Está demostrado que quienes consiguen llegar a su peso adecuado se vuelven más optimistas, tienen mayor autocontrol con la comida (cambian sus hábitos, ya que no quieren volver a recuperar su peso), mejoran su concepto de sí mismos y se aceptan como son. Actúan y se sienten con mayor energía y sobre todo, al estar contentos con su imagen y aspecto actúan con mayor seguridad y confianza, tanto en su vida personal como profesional. Estos marcadores se traducen en una mejora importante de la salud, y un importante rejuvenecimiento de nuestro cuerpo. No es extraño oír que un kilo de más supone un mes de vida menos, pero en nuestro camino hacia el peso ideal podemos revertir la situación, ganando tanto en felicidad como en tiempo para disfrutar de ella.
Referencias
- Revista nº 33. Vida Sana. Nutricare